Horacio Quiroga
Nació el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay.
Deportista y aficionado a las ciencias, funda la tertulia de "Los tres
mosqueteros" y se inicia en las letras bajo el patrocinio de Leopoldo
Lugones. Viaja a París en 1900 y hace una breve experiencia de la bohemia
pobre, donde conoció e hizo amistad con Rubén Darío.
En 1902 es invitado a
participar como fotógrafo en una expedición por la selva de Misiones. El viaje
lo deslumbra y en lo adelante vivirá durante largos años en Misiones, lugar
donde encuentra el escenario y los personajes de los cuentos que lo hicieron
famoso. La existencia de Horacio Quiroga estuvo marcada por el signo de la
desgracia.
En 1902, accidentalmente, dio muerte con un revolver al mejor de sus
amigos -Federico Ferrando-; su primera esposa se suicidó -Ana María Cirés-; sus
negocios siempre resultaron un fracaso y, casado por segunda vez, ahora con
María Bravo, ésta lo abandonó en 1929, pues no soportó la vida en Misiones.
Esa
vida dramática, siempre cercana a la estrechez económica, experiencias con el
hachís y el cloroformo y el constante cerco del suicidio, alimentaron su tarea
cuentista. No le son ajenas las influencias de Rudyard Kipling, Joseph Conrad
y, sobre todo, el magisterio de Edgar Allan Poe, por las atmósfera de alucinación,
crimen, locura y estados delirantes que pueblan sus narraciones. A veces se
remonta a escenas conjeturales de la vida prehistórica o mezcla, con extraña
astucia, personajes humanos y animales que hablan, como en las fábulas
clásicas, pero estableciendo una sutil frontera entre la vida natural y la
civilización.
Sus figuras de pioneros, de europeos abandonados en los confines
de la selva, de cansados de la vida y de empresarios desquiciados, crean un
mundo de intransferible personalidad, que no daña el habitual descuido de su
redacción. Horacio Quiroga ingiriendo cianuro se suicidó en Buenos Aires el 19
de febrero de 1937, al saberse víctima de un cáncer gástrico incurable.
La primera obra publicada fue su libro titulado
"Arrecifes de Coral", en 1901; en ésta, el autor uruguayo acusa toda
la influencia que sobre él ejerció el Modernismo. Posteriormente, Quiroga
incorpora la sensibilidad naturalista en sus obras, lo que podemos apreciar en
"Historia de un Amor Turbio" (1918) -novela autobiográfica- y
"Pasado Amor" (1929). Sin embargo, Horacio Quiroga deberá la
inmortalidad literaria a sus cuentos, forma dentro de la cual es considerado
uno de los más grandes creadores de la literatura hispanoamericana de todos los
tiempos.
Por tal razón, la etapa más brillante y decisiva de su carrera como
escritor, se inicia con su libro "Cuentos de Amor, de Locura y de
Muerte" (1917). Esta obra es una colección de quince relatos en los que la
tragedia, la enfermedad, las obsesiones, el vicio y la locura son los temas
recurrentes. Con un estilo sencillo, sugerente y persuasivo, el autor exhibe la
trágica debilidad del ser humano ante las fuerzas que lo determinan y, en la
mayor parte de los casos, lo aniquilan.
En 1918 publica "Cuentos de la
Selva", cuyos ocho relatos conforman una muestra brillante de su prosa
natural y clara, de su gran creatividad y de la fuerza con que aparece la
naturaleza americana. La selva, en este caso, es la realidad que lo abarca
todo; los animales aparecen humanizados y la intención moralizadora de los
cuentos está sabiamente sugerida, nunca explícita.
Muchos han querido ver en
ellos, incluso, enfoques que anticipan el ecologismo tan en boga por estos
días. "Cuentos de la Selva" es la obra de un vigoroso mundonovismo,
entregada con sencillez e imaginación. En ediciones posteriores, se suele
agregar a los ocho relatos originales, dos cuentos publicados años después por
Quiroga: "Anaconda" (1921 ) y "El Regreso de Anaconda"
(1926).
Algunas de sus obras: El crimen de otro (1904), Historia
de amor turbio (1908), Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), Cuentos
de la selva (1918), El salvaje (1920), Las sacrificadas (1929), Anaconda
(1921), El desierto (1924), Los desterrados (1926), Pasado amor (1929), Suelo
natal (libro de lectura para niños, en colaboración con Leonard Glusberg) y Más
allá (1935).
No hay comentarios:
Publicar un comentario